domingo, 21 de noviembre de 2010

Soledad.

Sin querer cultivamos la soledad cómo una planta, encerrarte en la casa es darle calor y llorar es regarla.

Tú eres mi mundo.

En el mundo yo soy una persona más, pero anhelo ser el mundo para otra persona.
Nos reímos. Y seguimos riéndonos así. Hablando sin saber muy bien de qué ni por qué. Después decidimos colgar, prometiendo que nos llamaremos mañana. Es una promesa inútil: lo hubiéramos hecho de todos modos. Cuando pierdes tiempo al teléfono, cuando los minutos pasan sin que te des cuenta, cuando las palabras no tienen sentido, cuando piensas que si alguien te escuchara creería que estás loco, cuando ninguno de los dos tiene ganas de colgar, cuando después de que ella ha colgado compruebas que lo haya hecho de verdad, entonces estás perdido. O mejor dicho, estás enamorado, lo que, en realidad, es un poco de lo mismo..

Llámame sin elle.

-¿Me llamarás luego?
+Sí, quizá te llame.

-Nada de quizá. ¡Hablamos luego! ¡Y llámame sin la elle!